domingo, 26 de diciembre de 2021

De los ocasos posibles


Eran los dos ojos de un universo.

Sentado en el pasto, con esa agua cerca
miro detenidamente las hojas verdes en mi mano. 

En los ojos, un cuerpo se disfraza, duda y vomita hasta desaparecer.

Como si hubiera una relación entre las nervaduras
que se emparejan con las líneas de mi mano
y el tránsito desorbitado de esa última estrella ardiente.

Cada ojo ciega al otro regalándole un párpado de fiesta
para cada cumpleaños. 

(Cerrar. Se cierra. Con el agua tan cerca cualquier ceguera
es un hipo a milímetros del ahogo.)

Sentado en el pasto, con esa agua cerca,
miro detenidamente la última estrella ardiente hundirse 
en una excusa de humo líquido que traga, para siempre,
el último de los ocasos posibles. 

(Las nervaduras de mi mano cierran
los ojos de cada 
profecía.
Las hojas verdes saben
esperar.)