Cuidado, me dije.
Puedo estar sobornando métricas
Puedo estar sobornando métricas
y descompensando
arquitecturas silábicas al sólo efecto
de respirar la estética sinuosa
de una cadera que se asfixia
frente a una cadencia
incantable.
La rima latiga
curva a curva de cada verso
cual desbocado tren fantasma
de sonoros horrores infinitos.
Cuidado, me dije.
El sembradío tan mezquino en comas
agota la respiración
en un paisaje casi sin sombra de pausa,
en un desierto de recitado frenético.
Un burdo jadeo por estrofa,
o dos,
por las extensas.
¿Y ese cielo tan vasto,
tan nublado de obtusas metáforas,
tan olvidables
como indelebles fueron las pegajosas rimas?
Cuidado, me dije. Por cierto, de seguir así
corro el serio riesgo
de ser aplaudido.