martes, 8 de octubre de 2019

Ayuno


Siesta para siempre.
Ser omnívoro de pensares.
¿Para qué tocados van a ladrar
sin ayuno de sales pasadas?

Vierto un desollado palmo
que dejaste atrás con limón 
y sueños de hielo seco.
Quise mojarlo, 
pero sacudió los filos del sol 
a puro rayo de jinete barbitúrico, 
en giro de posología apesadumbrada. 
Tiro de cada punta 
de cada seno 
de cada efigie endulzada a carbón y hielo, 
y bebo el resultado gris 
zumo marrón azul negro (cielo y limón). 
Todos nos volvemos blancos 
y casa seno se vuelve hotel.

Ser silente en siesta
con tocados de remolino 
sin esos omnívocos ladridos
que ayunan serpenteando lágrimas
de crayón descolorido
y tibia leche de efigie en fiesta. 

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