Siesta para siempre.
Ser omnívoro de pensares.
¿Para qué tocados van a ladrar
sin ayuno de sales pasadas?
Ser omnívoro de pensares.
¿Para qué tocados van a ladrar
sin ayuno de sales pasadas?
Vierto un desollado palmo
que dejaste atrás con limón
y sueños de hielo seco.
Quise mojarlo,
Quise mojarlo,
pero sacudió los filos del sol
a puro rayo de jinete barbitúrico,
en giro de posología apesadumbrada.
Tiro de cada punta
de cada seno
de cada efigie endulzada a carbón y hielo,
y bebo el resultado gris
zumo marrón azul negro (cielo y limón).
Todos nos volvemos blancos
y casa seno se vuelve hotel.
Ser silente en siesta
con tocados de remolino
sin esos omnívocos ladridos
que ayunan serpenteando lágrimas
de crayón descolorido
y tibia leche de efigie en fiesta.
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