Puedes escribir cualquier cosa.
Lo que quieras.
Puedes, también, no ser percibido. Jamás.
Como lo que quieras.
Entonces hay una pena que no vale.
Lo quieras como lo digas.
Las espaldas no leen.
Los ojos cerrados no leen.
Y los abiertos mucho menos.
Entonces puedes escribir lo que quieras
y llegar hasta el fin absoluto de toda
pertenencia a lo vivo o lo inconcluso.
Jamás importará.
Entonces hay una pena que no vale.
Hago silencio. La acuesto a mi lado.
Y le aseguro que el sol saldrá.
Ella me cree y los dos mentimos.
Pero al menos
nos leemos
y llegar hasta el fin absoluto de toda
pertenencia a lo vivo o lo inconcluso.
Jamás importará.
Entonces hay una pena que no vale.
Hago silencio. La acuesto a mi lado.
Y le aseguro que el sol saldrá.
Ella me cree y los dos mentimos.
Pero al menos
nos leemos
irnos.