Cada uno va
y se le muere al mundo
a su manera.
Deja una sombra huérfana
de materia
y una luz que ignora lo que pasó.
A la mañana siguiente
el Sol preguntará por ese vacío,
y luz y sombra se encogerán de hombros,
como quien debe aceptar caprichos raros
de seres que eligen
dejar de elegirse.
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