viernes, 14 de noviembre de 2025

La lógica y el espanto


Caer del cielo no significa carecer de lógica.

Si este fuera un mundo quieto, los veladores ondularían el deseo de su luz y toda caída terminaría en un prisma agotado de monocromía.

Caer del cielo entre duraznos que almiban el viento no significa carecer de miedos.

Yo bendeciría los duraznos estrellados con un ordeñe de crema de la Vía Láctea. Pero este no es un mundo quieto y, antes de que la leche hierva, algún tren se detendrá en esa Vía para ensimismar su tristeza bajo la lluvia. 

Caer del cielo no significa carecer de espanto, porque se ahoga más fácil un grito en la altura que en un vagón detenido en la lluvia. 

Si este mundo fuera un tren quieto, los veladores pondrían a dormir el deseo de sus luces entre vagones a prueba de gritos, soñando con la lógica y el espanto de los duraznos por venir. 

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