Aplaudir en mitad del hielo
considerando el granizo
como sonrisas falaces
que no acertaste a ver
(Y dibujar escarcha
en el recuerdo que fibrila
rieles abajo de un tren desierto).
Cuando la lluvia te moja los labios,
las sílabas que rezan ocaso
van helando, una a una,
todas esas miradas
(que no llegaste a creer).
Y, al plegar tus párpados,
el aplauso de tus ojos en la noche
congela mi último latido,
hasta que amanezca mi sangre
en la tibieza de tu nombre.
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