jueves, 18 de junio de 2020

En donde nadie pueda callarnos


Camina el aire alambrado. Es más difícil caerse de esta nada sin excusas que de los sueños que camino a lo largo de mi cama, piensa. El aire parece arroz pasado de cocción salando su viejo sueño de equilibrista. Viento sobre piel como el ungüento de ese verano vacío en el que olvidó la tierra para siempre y eligió el aire por toda balanza. ¿Que es el equilibrio si no cerrar los ojos al futuro y gritar el silencio del presente a una altura en donde nadie pueda callarnos?, se dice. Ni salvarnos, claro. Y con este último filo en la carne de su pensamiento, equivoca el último paso, acariciando en la caída el alambre que queda oscilando, como la cuerda que narra la última nota muda y silenciosa, como ahora su presente.

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