martes, 2 de diciembre de 2025

Oquedad insoportable en dos movimientos


Movimiento Uno

Dos vidrios de una ventana se caen 
en tres tardes distintas.
Cuidando alegrías desembarazadas 
de vidas estropeadas 
se destapan aguas 
de barroco contenido.
Fuimos a buscar el salto en esos jardines 
que, de verde, te dolían las retinas. 
Había higueras. Había recuerdos en ocre. 
Había un hubo y ya se acabó que nos dejó pensando.
Y mirándonos con cadencia seca. 
Saltos no. No había.
Fuimos entonces a buscar al vidriero. 
Almanaque ya teníamos.


Movimiento Dos

El balcón lo contiene y, en su emoción, 
él oxida barandas a pura lágrima que sucumbe
a la ley de gravedad más que al sentimiento.
De todas maneras y de ninguna forma.
Salimos a la vereda a esperar 
a que el balcón se desarme 
en un manantial de grave arrojo.
La nochebuena la habíamos usado 
para cortar tornillos. 
Y ahora sólo esperar.
El desfile de carnaval tapó el ruido 
de ocres hierros cayendo.
Al grito no lo tapó. 
Y voló, junto con él, papel picado.


Epílogo

Regresamos a la higuera del jardín verdexagerado y, 
ya en el atardecer, 
acabamos de enterrar
el cuerpo del vidriero.
Bebimos las aguas de barroco contenido 
a manera de brindis.
A manera de festejo.
Y, cuando quisimos bebernos nuestras miradas secas,
rearmamos el balcón 
con el recuerdo de sus tornillos en ocre,
casi sin quererlo,
casi sin atrevernos.

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