Cuando miré tu foto estabas rezando.
El color de los ojos depende de quién los abra.
No se reza con los ojos abiertos, la oración se rebaja al ladrido de un perro en la noche.
Entonces jamás conociste a quien tomó la fotografía.
Incoloros, para Él, porque sólo se reza con la boca.
En la foto, los ojos parecen más devotos.
Cerrados. Todo lo cerrado es creyente.
Entonces jamás lo conociste.
Bastaba saber que estaba allí, presente, más allá de cualquier color.
Pero podrías mirar tu foto y entender de qué color son tus ojos cuando se miran.
No. Sí mirara mi foto de frente, desaparecería.
¿Aún rezando?
Incoloros para Él. Ya lo dije.
Guardé la foto en el deshielo ateo que todo parpadeo causa y me puse de pie, apoyando apenas mi mano en su hombro a manera de saludo incoloro. Alzó su cabeza, abrió los ojos y me miró. Pude, entonces, tomar la segunda fotografía. Pero esta vez en blanco y negro, para no obligarla a desaparecer.
Querido Conde, el color es un problema del que todos hemos hecho teorías que poco tienen que ver con el color en sí. Es una ilusión absurda que se divierte con nuestros sentidos absurdos. Muy lindo texto, pero deje de sacarle fotos de improviso a las minas porque se va a ligar una trompada, o una etiqueta, que es peor...
ResponderEliminar¡Estimadísimo!, pero qué honor su visita... hubiese avisado y le pagaba una barrida al blog o, al menos, compraba unos bizcochitos.
EliminarRespecto al color, lo cito: "una ilusión absurda que se divierte con nuestros sentidos absurdos"... mire cómo nos venimos a enterar de que "color" y "política" son, según su definición, la misma cosa.
Luego, con respecto a la foto, mire, no hace falta andar sacando fotos para ligarse una trompada. Hoy en día, ya con un boceto a lápiz se liga uno un "inclusivo" tortazo.
Abrazo y gracias por pasar!