Acompañé al perro a grabar los momentos finales de su episodio de ladridos en la noche. Él quería tener un registro y poder escucharse porque, según me confesó más tarde, sospechaba que la edad estaba tornando su ladrido en un impotente ronquido sin consecuencias.
Cuando lo vi con el casete en la mano le pregunté si no tenía miedo al resultado. Pero me dijo que olvide lo humano. Que tras un hocico todo explota en formas distintas. Sin embargo, no pude evitar notar su cola caída y entregada al universo de lo irremediable.
Mientras el casete sonaba y los ladridos, sin juicio de mi parte, repetían su cadencia de farol esmerilado por los años, vi cómo agachó la cabeza, emitió un resoplido más de equino que de perro, y luego se acercó hasta mí diciendo en voz baja, como un susurro con aroma a plegaria:
—Nos vemos en la próxima. Yo ya terminé por aquí. Es hora del acantilado.
Y, por supuesto, entendí muy bien esa referencia al acantilado. Demasiado bien.
Le acaricié el lomo y lo rodeé con un abrazo. Él dejó escapar unos bufidos afantasmados, como si la rémora de un real ladrido aún luchara por un lugar en su memoria.
Luego, me devolvió al casete y sólo atinó a decir:
—Por favor, que nadie lo escuche. Quiero irme con dignidad.
Lo guardé en mi bolsillo y acabé viendo cómo su sombra se recortaba en la noche de la ruta camino al acantilado.
El tono anaranjado del amanecer incipiente acabó por secarme las últimas lágrimas.
Pablo! Qué imágenes nos dejas! Una joya grabada en un tiempo de cintas que se desenrollaban con el cuerpo de las bic! Quién no arregló un cassette así... Así eres, rebuscas en la memoria y nos transportas a tu mundo de historias y fantasías. Si me pongo a rescatar frases, ya me conoces..., como se diría por allá "nos darían las uvas" (de nochevieja), pero si no rescato "...la edad estaba tornando su ladrido en un impotente ronquido sin consecuencias", es preciosa. Todos terminamos así, amigo mío; y "...como si la rémora de un real ladrido aún luchara por un lugar en su memoria", por citar dos.
ResponderEliminarEscribes para un público silente, aunque no ciego, y tu escritura es siempre un regalo a los ojos de quien te lee. Me encantó. Una lectura ideal para un descanso a mitad de la tarde. Gracias, un abrazo.
Gracias, Amiga. Tu generosidad va a la par de tu cariño y corren paralelos ambos a tu espíritu analítico y explorador que, ya lo sabes, envidio de todo corazón. Me alegro mucho de que te haya gustado y agradezco, como siempre, tu lectura.
EliminarAbrazo enorme.