el agua
entendiendo la luz
como el secarse del río,
cabeza abajo de
la oscuridad,
que desfallece
con un ojo por cada gota.
Ennoblecer
la estrella
con un hueco beso de savia,
dama profunda de irreal superficie,
que robe filigranas de espacio
y teja siglos,
por siglos,
y ultime cegueras nocturnas
entre nubes invisibles
que cobijan al lago salvaje.
Y mirar de frente
al pescador inmóvil
que cobija el lago,
que teje la noche,
que ha erguido su caña por siglos
bajo la noble estrella,
mirarlo de frente
y cerrar sus párpados
como quien sopla
el último
fósforo
del fervor
de Dios.
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