martes, 27 de octubre de 2020

Cuando el sol llegue


Tres piezas de ajedrez detenidas en el alféizar de la ventana.
Hubiera mirado el sol entre sus siluetas, pero la noche hizo un tablero de mi mirada. El viento, no. El aire del exterior silba alrededor del esbelto atisbo de altura del alfil.
(No siento las manos, a tantos kilómetros emocionales de la ventana).

Desciende, desde las cortinas, un reguero de murmullos que son jugadas atropellándose entre imaginarios peones que caen y van muriendo, en la alternancia de negro comiéndose a blanco y blanco a negro y todo en un canibalismo que expresa un gris de grito también imaginario.

El caballo, con la noche a sus espaldas, me pide que lo coloque en lo alto de la torre para poder conversar con el alfil. El caballo tiene un plan. (Rodeado de tanta pérdida como es posible, no siento los párpados y temo que el sol llegue).

El viento agita las cortinas y la suavidad de la tela se entremezcla con tres piezas de ajedrez detenidas en el alféizar. Circundan al alfil y simulan un astronómico pañuelo para supuestas lágrimas. (Nunca sabe uno cuándo una jugada será la última jugada. Nunca).

Susurra el caballo al oído del alfil y la torre, que ve enemigos en cada veta de madera, se inquieta estrenando un frío que recorre su altura más allá del cercén que el grillo del patio le hace a los ojos de la noche.
Finaliza lo conversación.
El caballo vuelve a su posición y sopla más viento a través de la ventana. Las cortinas subrayan con ondulaciones obsesivas la firma de un acuerdo entre piezas.
Miro al caballo a los ojos.
Me mira.

Y cuando cierra sus ojos, entiendo. (Sin párpados y sin manos para taparme, cuando el sol llegue devastará mi mirada. El resplandor hará de todo un negativo. Lo blanco será negro y lo devorado será devuelto. Lo perdido, ganado. Y todo el viento soplado, será la respiración que nos reste hasta el día de la muerte.)

15 comentarios:

  1. Qué bueno. Al final de la partida, los opuestos, aunque haya sido tablas.

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  2. Precioso y contenido (tal y como suelen ser los textos que nos regalas). Un placer leerte.
    Y sé que ya no ves películas, pero viste alguna vez "El séptimo sello"?

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  3. Querido Anónimo de las 6:23:00 GMT-3, gracias por su comentario. Hablar de "tablas" a pesar de los opuestos no sé muy bien por qué pero me hizo pensar en esa costumbre de los futbolistas de intercambiar camisetas al final de los partidos. Raro, ¿no?, porque si bien se lo piensa el equipo derrotado se retira del campo luciendo los colores del ganador y viceversa. Pensar en que, a unos escasos metros de esa escena, las hinchadas pueden estar matándose por la posesión de esos mismos colores y demás psiquiátricas conductas tan pintorescas da un poco de cosa. Pero bueno, son cosas del fútbol, como se dice. ¡Gracias por pasar!

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  4. Querida Anónima de las 8:43:00 GMT-3, gracias por el cariño de los elogios. Películas... ay, es un árido tema que ya va siendo casi de conocimiento y preocupación mundial. El equipo de abogados de Netflix analiza por estos días iniciarme una demanda por "daños y perjuicios ocasionados por mi conducta", al negarme obsesivamente a mirar sus series. Se sabe de varias crisis de angustia, también atribuidas a mi responsabilidad, de este muchacho Spielberg, y un tal James Cameron, por citar sólo un caso, está alegando estrés post traumático y comunicando que muy probablemente se retire de la actividad cinematográfica, también repitiendo sin cesar y en un limbo semi autista mi nombre.
    Lo sé, mi conducta amenaza al mundo.
    Pero no me preocupa, puesto que este es un mundo que merece ser amenazado. Como mínimo.
    Luego, es realmente muy interesante traer a "El Séptimo Sello" de Bergman a este humilde texto. Confieso que ni remotamente se me cruzó esa obra impresionante por la cabeza, pero es verdad, toda creación que incluya una partida de ajedrez alegórica o al menos mencione piezas, corre el serio riesgo de ser relacionada. Y es que es una obra muy fuerte, dejó demasiada impronta en la historia.

    (Muy por lo bajo le comento que no puedo decir abiertamente que no vi "El Séptimo Sello", aunque conozca sobradamente de qué trata y hasta diálogos y demás, porque sospecho que Anónimo de las 6:23 GMT-3 supo regalarme alguna vez en la historia de mi vida esa película para que la mire y yo he hecho lo de siempre... y si me lee se va a enterar, shhh...)

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  5. A ambos dos, queridos amigos, si es que llegan a leer este comentario, les sugiero "suscribirse" al blog así les llega un mail cada vez que hay n texto nuevo y se enteran. Basta con colocar su mail en el cuadrito que hay a la derecha y que dice "Suscribirse" y luego le dan "Submit" y ya todos felices.
    No teman que no recibirán spam por tal cosa. Apenas si alguna oferta de Netflix o Youtube, no más que eso...

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  6. Pablo, no me gusta que me manden cosas al correo, pero por ti lo hago: ya estoy suscrita.
    Y bueno, lo de no haber visto "El séptimo sello"... qué te voy a decir a estas alturas?
    De todos modos, si alguna vez te da por ponerte a ver series y películas (por alguna fiebre tropical o qué se yo), olvídate de Netflix (pura basura) y recurre a tus amigos.

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  7. ¡Me encantó ese eslogan!... Será grabado a fuego en el escudo de armas del ejército que preparamos para derrotar la "cultura hamburguesa" de las series que salen como cadenas de embutidos insulsos.
    "Olvídate de Netflix y recurre a tus Amigos"
    Toda una declaración de guerra.
    ¡Salve, Amiga!, la victoria será nuestra y las oscuras salas mágicas de cine volverán a poblarse en detrimento del oprobio de los sillones de livings y las indignas pantallas de celulares.

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  8. Buenas noches.
    Sí. Lo que cuenta el autor, sucedió (hace muchos años).
    Y hoy... esta trágica noticia contada entre paréntesis.
    Me voy a llorar un rato y vuelvo.
    ¿Cómo se hace para pegar lágrimas acá?, hay que suscribirse?
    Snif.

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  9. Bueno, bueno... pero también tengo algunas cosas a mi favor. Usted, por ejemplo, me presentó también a Krzysztof Kieślowski y me causó tanto amor que me vi su trilogía completa (con "Rouge", incluso, en el cine de verdad) y también su "No matarás" del decálogo. ¡Vamos!, no soy tan tan taaan irredimible.

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  10. Excelente. Podemos demorarnos en transitar el camino, pero no se abandona.

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  11. Gracias, Anónimo de las 19:23:00 GMT-3. Muy cierto lo del camino, no se abandona, ni nos permite abandonarlo. Incluso hay muchos que "somos" el camino.

    (Confieso que estoy severamente desorientado por su identidad. ¿Hay un tercer lector no identificado en este tan exclusivo blog?... me carcome la curiosidad...)

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  12. Aquí A(nónimo), llamando...
    soy ese al que usted no le vio los vhs
    o sea...

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  13. Claro... pero entonces este es su segundo comentario en este post, ¿no? Dígame que sí, dígame que sí porque si no he tratado a Anónimo de las 6:23:00 GMT-3 como si fuera Anónimo de las 21:32:00 GMT-3 y esto sería gravísimo, claramente.
    ¿Me quieren volver loco? ¿Es esto un plan macabro para hacerme pensar que ya no estoy en uso de mi razón y quedarse con mi herencia? ¿Se han puesto todos mis Anónimos de acuerdo para verme con el chaleco de fuerza? Snif... snif... está bien, ya me acuesto, doctor, ya, ya... sólo dígale a ese elefante rosa anónimo que deje de soplar burbujas de colores sobre la chimenea de frutillas verdes porque el ruido de las explosiones no me deja dormir.

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  14. Amigo, no desesperes. Me temo que seguimos siendo sólo dos anónimos. Somos pocos, pero muy bien nutridos! Y aquí... pasando el rato mientras te animas a regalarnos un nuevo texto.

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  15. Amiga, no desespero, al contrario, creo que si apareciera un tercer lector ya me desesperaría. Me enorgullece (y esto totalmente en serio) tener dos lectores con el cariño, el talento y la cultura que tienen estos dos lectores. Me honra y me compromete a cuidar mucho la pluma.
    Y ya vienen, ya vienen nuevos textos... paciencia.
    Abrazo grande.

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