lunes, 23 de noviembre de 2009

Noches sin sonido


Abandonando el sol llegué a acariciarte
por sobre la luna mojada de tus deseos
empapados de iridiscencias opacas de tiempo.
Ya no saber esconder excusas
para darle un adiós
al significado de la espera.
Una vez más tu carrera y una vez más, escape.
Tu espalda y mis manos.
Ojos al tiempo y símbolos anclados en la eternidad.
Tus piernas y mis manos.
Es correr por los ríos inundados
y amanecer en las escarchas vacías de espejos,
con imagenes subidas en un salto de alma.
De vinos pasados al perdido encuentro
y de licores usados disimulado la cátedra,
saberes que se desprecian y esparcen
regando desolaciones,
acotando arenas de noches sin sonido.
Imperdibles. Innecesarias. Impostergables.
Una anécdota más que caerá en gracia de cara al futuro.
Una mano en vos y un cierto recorrido que desata las vidas.
Al llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario