viernes, 21 de marzo de 2025

Se imaginó salvaje


"No hay resultados que coincidan con su búsqueda."
El silencio tomó asiento entre humano y máquina. Se escuchaba el movimiento de la saliva dentro de la boca de la mujer. Y sus dedos como ensayando algún tipo de salto mortal, el definitivo, el final. 
"No es posible reconocer los términos de su búsqueda."
Una cadena de palabras. Retroceso, corrección de alguna letra, retroceso, un signo de puntuación, retroceso, cambio de un plural, como quien decora una torta. Los ojos color verde olvido de la mujer se movían en líneas horizontales, como queriendo tejer algo que por fin haga reaccionar al destino. 
"No hay términos compatibles con ningún resultado en su entrada."
Sintió el sabor amargo en su boca. Ese signo que siempre precedía a las ganas de llorar. Pero volvió su mirada al teclado y recompuso su intento. Imaginó formas distintas, imaginó qué diría si no fuera ella y pudiera vivir bajo otro cabello. Se imaginó salvaje, golpeando la pantalla hasta hacerla estallar y partiendo el teclado para comerlo a grandes bocanadas, heridas sin sensibilidad alguna. 
Puso el punto final, apretó la tecla correspondiente. Otro intento. 
"No hay resultados que concuerden con el criterio de su búsqueda".
Absolutamente sin pensarlo escribió, con sus lágrimas mojando las teclas: "Yo no tengo criterio."
Intro.
"De manera estadística se ha establecido que la ausencia real de una voluntad de búsqueda disminuye notablemente la cantidad de resultados a mostrar. Le sugerimos que regrese en otro momento, cuando esté completamente convencida de lo que busca."
Tomó el cable que conectaba el aparato a la corriente y lo arrancó deliberadamente de la pared. Sin mirar. Y sin prestar atención al breve fogonazo que iluminó el rincón cercano al piso. 
Luego se dirigió a la ventana, con sus dos hojas abiertas. El verano aderezaba la noche como una canción de cuna invisible. Ella mantenía su cuerpo derecho, sin asomarse (el miedo ese, siempre, eso de pensar que sin querer, o quizá sin saber que lo quería, pero terminando con todo, y sin querer, miedo puro, sin pensarlo, mejor no asomarse, mejor no probar, podría gustar ¿y luego qué, entonces?). 
Miraba las estrellas en ese cielo nítido. Un universo que invitaba a caerse dentro de él. Sin fin. Y cada estrella le pareció uno de los "No..." de la máquina. Un universo que le negaba completamente cada una de sus búsquedas. Y por cada "No..." dejaba una estrella de muestra colgando del cielo. Para que todos la vean. Ahora... entonces, toda la ciudad sabría ya que ninguna de sus búsquedas tenía un destino.
Sintió frío en los brazos. Se los frotó. Se secó la cara mientras sus labios se movían deletreando ese "completamente convencida de lo que busca", de cara al cielo estrellado (el miedo, el otro, porque vendrían y le gritarían con ademanes violentos que aprenda de una vez, que cómo todavía no sabía, que adónde iba a parar...). Fue escuchar ese "adónde iba a parar" dentro de su cabeza y mirar instintivamente el suelo, seis pisos más abajo de su ventana. Por eso volvió a frotarse los brazos y se alejó de la ventana, mirando al pasar la máquina con su cable formando un arabesco herido en el piso, ya sin argumentos para contestarle nada. 
Se recostó vestida en la cama dispuesta allí cerca. 
Se dio vuelta, de cara a la pared. 
Dormiría más segura así, dejando la ventana abierta. 

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