jueves, 10 de septiembre de 2020

Detalles irrelevantes


En un diario que mostraba evidencias de la vorágine imperfecta de su memoria anclada, consignó un desmesurado árbol genealógico que sólo rozaba lo real en algunos nombres más soltados al azar que ubicados con algún tipo de criterio genético.
Luego venían viajes en barco, continentes siempre lejanos aunque rara vez nombrados o descriptos, desiertos cruzados en extrañas embarcaciones que, en todas las oportunidades, desembocaban en finales felices. Relatos de puertos ignotos en donde había recalado y en donde recordaba, con aires de nostalgia, a su familia y su tierra.
Intercalaba fotos que, según él, pertenecían a amigos, novias, amantes fugaces, gente famosa, altas autoridades de territorios de una lejanía entusiasta. Tocaba cada foto con el dedo índice y salía un nombre de su boca, luego se quedaba en silencio y parecía revivir una inmensidad de emociones.
Pasaba las hojas del diario e iba deslizando las yemas de los dedos por los distintos tipos de letra, color de tinta, diferencias de trazos. Parecían tener las frases un relieve que sólo su mano podía percibir, como si cada geografía recordada hubiese quedado secretamente plasmada en un juego de elevaciones y texturas escritas. 
Cada tarde llegaba la hora en la que el viento soplaba en el jardín de las visitas. Invariablemente sus ojos se humedecían y el aire se llevaba su mirada lejos, mientras cerraba el diario hasta el día siguiente. Miraba su tapa amarronada de tiempo y el lomo ajado. Miraba sus hojas abultadas y desprolijas, intercaladas de fotos y demás anexos que su memoria había construido con algún propósito. Y siempre el mismo gesto, ese sacudir la cabeza sonriendo sólo para sí mismo y ese mirarme como diciendo "si vos supieras..." 
Y yo que nunca supe, hasta que entendí que no había que saber nada. Hasta que en la visita de esa tarde me dijeron en voz baja "ya no está acá" y entonces lo supe todo.
Me llevé el diario, así cerrado como él lo dejaba, y todas las geografías acumuladas por esa memoria anclada, que nunca había abandonado la habitación de su internado, recorrieron la palma de mi mano entendiendo que la verdad o la vivencia eran sólo detalles irrelevantes.

4 comentarios:

  1. Qué bueno!, conlleva la inspiración del propósito, la aparentemente desconocida importancia de un propósito.

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  2. Sí. A veces la verdad nos preocupa demasiado y nos olvidamos que un relieve siempre depende exclusivamente de qué o quién lo alumbre.
    ¡Gracias por pasar!

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  3. Fred Madison: "Me gusta recordar las cosas a mi manera, no necesariamente como sucedieron". (Lost Highway)

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  4. Tal cual. Totalmente de acuerdo con Fred.
    ¡Gracias por pasar!

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