domingo, 9 de agosto de 2020

El parquímetro más arcángel


Era un oficio raro.
Caramelizaba sinsabores para mantener una glucosa moral a prueba de olvidos amargos.
Era de llegar temprano a los brillos de cuanta pupila derramase mentiras ciegas. Y cómo sorbía esos iris huérfanos de arcos, esquivando los horarios de carga y descarga pertinentes... Su mirada colocaba el frenesí exacto, en cada parquímetro de la cuadra indicada, para que la reserva de su estacionamiento alcanzara la fugacidad de una vida eterna. Bajaba del tren acicalando una estocada tan sabrosa como efímera en raíces de sabia esgrima. El vendedor de diarios callaba su nombre al caer de la lluvia, en el supuesto caso de reconocer los pasos a su espalda. 
Envuelto en un souvenir de recompensas místicas, se ponía de rodillas ante el ascensor que rezaba pisos como mandamientos. Elevarse. En la divinidad del brillo de cada pupila, él calmaba la ansiedad diabética de cuanto sinsabor cruzase su despacho. 
Llegaba temprano. Sorbía los iris. Esquivaba horarios. Caramelizaba. Paría mundos desmayados en atmósferas de melaza esotérica, irrespirable grito de "¡todos a cubierta!" expelido por la pupila del capitán más ciego en su mentira de oleaje más profundo. 

Era un oficio raro.
Hasta que la desdicha de su ala derecha rozó el pavimento amargo al bajar del tren. Sabrosa estocada que dejó para siempre la huella de una caída frente al parquímetro más arcángel de todos los estacionados. 
El vendedor de diarios callaba su nombre cuando se le hizo tarde por última vez y para siempre. El ascensor levó anclas al grito de "¡izar las velas!" y el último de los iris escapó del arco. El amanecer próximo, insípido, hallaría al capitán llorando cegueras en la cubierta de un mar asfixiado.

4 comentarios:

  1. No sé si lo he entendido, amigo, pero es un texto precioso.

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  2. Gracias. Entender viene siendo lo de menos. Si fuera importante entender, creo que no habría relaciones humanas.

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  3. Qué bueno reencontrarte en un cuento exquisito con ese estilo que ya venía extrañando.

    Permítame algo adicional,
    aunque le parezca increíble...
    justamente ayer
    estuve conversando con alguien muy importante (para mi, claro),
    de Rafael, de Miguel...
    y también de otros arcángeles...
    claro que, el de este parquímetro, el de este capitán, es único.
    Felicitaciones!

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  4. ¡Gracias, amigo!... un alegrón tenerlo de vuelta por acá. Y que le haya gustado el texto, de más está decirlo. Sí, el arcángel de este parquímetro es único, ya sabe cómo está el tema del tránsito en estos lugares... con sólo un ángel no basta, hay que contratar gente armada como mínimo.
    Abrazo!

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