sábado, 8 de agosto de 2020

Un pájaro a tiempo


También creo que puedo animar a alguien más, me dijo.

Surcaba la cortina de la cascada vuelto agua iridiscente en una mañana sin sol. Yo sabía que su tristeza desafiaría cualquier mínimo instinto de conservación, pero jamás pensé en el ánimo. Tampoco en los otros. 

Palpar el histrionismo de sus piernas huesudas, dándole de beber mínimas correntadas a cada braceo jadeante, no podía lograr otra cosa que una indolente piedad de parte de esa brutal altura vestida de agua. 

De verdad que salís al otro lado de la realidad. Puede parecer que uno se ahoga, pero en realidad cierra su respiración en este universo y comienza a respirar en el otro, me explicaba, mientras yo no podía dejar de mirar la toalla amarilla alrededor de su cuello. Tenía las puntas desflecadas. Como los párpados de su mirada. Como los restos de su espera. 

Sonrió. Miró al cielo y pareció correr algunas nubes con la mano, porque a la par de su cabeza en alto se asomó un sol desteñido, desinteresado de toda tristeza. 

Nadie vuelve, le dije un día. Y él, con la pretensión de unos ojos iluminados, me respondió: precisamente por eso quiero ir. No te entiendo, repliqué casi molesto. Quiero ser el primero, finalizó. Luego de eso la tristeza le borró todos los rasgos del rostro y dejó que la lluvia resbalara a gusto sobre la nada. 

Parados en lo alto de la cascada. El ruido del agua burlándose de la altura y nosotros como dos astillas de carne en medio de un mundo feliz de su azul. No te voy a volver a ver, le dije. Yo voy a volver, me dijo su tristeza casi interrumpiendo, y vas a ver que el que no va a estar sos vos. 

Luego simplemente abrió los brazos y se dejó caer hacia atrás. Yo cerré violentamente los ojos para imaginar un pájaro a tiempo y quedarme con esa imagen, sin embargo el ruido del cuerpo al chocar con el agua la deshizo. 

Abrí los ojos. Inexplicablemente no lo recordaba, pero tenía su desflecada toalla amarilla en mis manos. Era cierto. Iba a volver.

2 comentarios:

  1. Podemos conservar el espejismo, incluso percibir el alma...
    reinventamos un espejismo aunque haya que irse. Gracias Pablo.

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  2. Entiendo que el espejismo es el de lo ojos cerrados que inventan ese pájaro a tiempo, misma imagen que acaba por percibir el alma.
    Y claro que cabe siempre la reinvención antes de irse, antes de tocar por última vez el agua el fin.
    ¡Gracias por pasar!

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